El Parque del

Drago

Naturaleza, historia y sostenibilidad en el corazón de Icod de los Vinos

Visitar el Parque del Drago es adentrarse en uno de los espacios naturales más emblemáticos de Canarias. En su interior se alza el majestuoso Drago, un ejemplar único de Dracaena draco, símbolo natural de Icod de los Vinos y declarado Monumento Nacional en 1917. Con más de 800 años de historia, es una auténtica joya botánica y uno de los iconos más reconocibles de Tenerife.
Durante años, su entorno sufrió importantes alteraciones que pusieron en peligro su conservación. Sin embargo, desde 1984 un ambicioso proyecto de restauración paisajística devolvió al Drago y su entorno su esencia original. Se retiraron elementos artificiales, se restauró la vegetación autóctona y se diseñó un parque completamente integrado con el paisaje volcánico, donde se respeta el relieve natural y se recrean los diferentes ecosistemas de la isla.
El Parque se extiende a lo largo de tres hectáreas y ofrece un recorrido por la biodiversidad canaria a través de senderos, señalización botánica, acequias tradicionales, antiguos muros de cultivo y restos históricos como el callejón del Molino. En su trazado, los visitantes atraviesan el barranco Caforiño, un elemento natural que enriquece el paisaje y refuerza la conexión con el entorno original. Además de ser un lugar de paseo y contemplación, el parque se ha convertido en un modelo de turismo sostenible, promoviendo la educación ambiental y el respeto por el patrimonio natural.
Hoy, el Drago luce más fuerte que nunca, rodeado de un jardín que representa la riqueza ecológica y cultural de la isla. Un espacio imprescindible para quienes desean conocer la historia viva de Tenerife, conectar con la naturaleza y descubrir el compromiso de Icod de los Vinos con la sostenibilidad.
Más que un simple jardín botánico, el Parque del Drago es un auténtico viaje por la diversidad natural de Tenerife. Sus senderos no solo permiten contemplar el célebre Drago, sino también descubrir cómo varía la vegetación a lo largo de la altitud de la isla. En un mismo espacio, el parque reproduce con fidelidad los distintos ecosistemas insulares, desde las zonas más áridas del litoral hasta los húmedos bosques de las cumbres.
A continuación, te invitamos a recorrer estos paisajes únicos sin salir de Icod de los Vinos:
Nada más comenzar el recorrido, los visitantes encuentran la guardería de dragos, un espacio didáctico en el que se muestra el proceso evolutivo de esta especie emblemática. Allí, pueden observarse ejemplares de distintos tamaños y edades, lo que permite entender mejor el desarrollo lento y singular de los dragos.

• Cardonal–Tabaibal (piso basal): El nivel más bajo, por debajo de los 300 metros, está compuesto por plantas suculentas como cardones (Euphorbia canariensis), tabaibas dulces (Euphorbia balsamifera) y amargas (Euphorbia lamarckii) y verodes.
• Zona Termófila: Sobre los 500 metros, se encuentra esta franja fértil, donde abundan especies como sabinas y palmeras canarias, acebuches, codesos y lavandas, reflejo del uso agrícola tradicional de las medianías.
• Zona Fayal–Brezal y Laurisilva: En las laderas más altas (600 a 1200 m), crecen los bosques húmedos de laurisilva, auténticas reliquias del Terciario, que conservan especies ancestrales que poblaron Europa y el norte de África hace millones de años.

En la parte más alta del Parque del Drago se encuentra un mirador panorámico que regala al visitante una de las postales más impresionantes de Tenerife. Desde este punto privilegiado puedes contemplar, en una sola mirada, la majestuosidad del Teide al fondo, el azul profundo del Atlántico, el imponente Drago, el Drago centenario de San Antonio, así como las casas tradicionales canarias y la emblemática iglesia de San Marcos, parte del preciado casco histórico de Icod de los Vinos.
Este mirador es mucho más que una parada para tomar fotos: es un lugar para respirar la esencia del norte de Tenerife, rodeado por la frescura del pinar canario, donde la naturaleza y el legado cultural se funden en armonía. Además, cuenta con una zona de descanso y máquinas vending, ideales para hacer una pausa en el camino y disfrutar del entorno con comodidad.

Pero más allá de su valor botánico, el drago ha estado envuelto en leyendas desde tiempos remotos. Una de las más antiguas proviene de la mitología griega y sitúa el origen de esta planta de porte arbóreo en el Jardín de las Hespérides, un paraíso oculto que muchos relacionan con las Islas Canarias. Allí, un dragón de cien cabezas llamado Ladón custodiaba los preciados frutos dorados de un árbol mágico. Cuando el héroe Heracles (Hércules) lo venció, de cada gota de sangre derramada brotaron los primeros dragos.
Por su color rojizo, la savia del drago fue utilizada por los antiguos pobladores de la isla, los guanches, como medicina natural y en ritos ancestrales. Más tarde, en la Europa medieval, la llamada “sangre de dragón” se convirtió en un producto muy valorado por sus supuestas propiedades curativas y místicas.
Hoy en día, el drago sigue despertando fascinación. Visitarlo es asomarse no solo a un monumento vegetal, sino también a siglos de historia, mitología y tradición canaria.

Terminar el recorrido aquí es cerrar una experiencia única en uno de los rincones más emblemáticos de Tenerife. Tras descubrir la exuberante vegetación, los senderos llenos de encanto y la imponente presencia del Drago, el visitante se lleva mucho más que una imagen: se lleva el recuerdo de un lugar mágico donde la naturaleza, la historia y la cultura se entrelazan.
Una visita imprescindible para los amantes de la autenticidad canaria… y para quienes buscan experiencias que trascienden lo habitual.
En 2025, el Parque del Drago se convirtió en uno de los escenarios más emblemáticos del Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias (FICMEC), acogiendo proyecciones, charlas y actividades al aire libre bajo la imponente presencia del Drago. Este evento reforzó el compromiso del parque con la divulgación medioambiental, la sostenibilidad y la conexión entre naturaleza y cultura.
Más allá de este destacado festival, el Parque del Drago es un espacio vivo y en constante actividad educativa. A lo largo del año, se realizan visitas guiadas dirigidas a centros escolares, programas del IMSERSO y diferentes grupos organizados, convirtiendo el entorno del drago en un aula abierta donde se aprende sobre biodiversidad, historia natural y patrimonio cultural de Canarias.
Gracias a esta vocación divulgativa, el Parque del Drago se consolida como un lugar no solo de contemplación, sino también de aprendizaje y sensibilización, integrando la educación ambiental en la experiencia de sus visitantes.

Visitar Icod de los Vinos es adentrarse en un viaje en el tiempo, donde los oficios tradicionales cobran vida y cuentan la historia de un pueblo que supo crecer entre monte y mar. La exposición “Antiguos Oficios de Icod de los Vinos”, ubicada en el Parque del Drago Milenario, ofrece un recorrido único por la memoria de quienes levantaron el municipio con ingenio, esfuerzo y una profunda conexión con la naturaleza.

El Aserradero e industria maderera del siglo XVI fue mucho más que un taller de carpintería: abasteció de madera a casas, templos y hasta barcos en la Caleta de San Marcos, dejando huella en la toponimia local.

El Pastoreo, heredero de la tradición guanche, sigue vivo como herramienta de sostenibilidad, al tiempo que ofrece quesos y carnes de calidad.

El Ingenio azucarero convirtió a Icod de los Vinos en un centro económico temprano, atrayendo colonos y oficios, mientras que las Aguadoras y Lavanderas garantizaban el agua y la higiene en tiempos sin cañerías, transformando fuentes y lavaderos en espacios de encuentro social.

La Agricultura tradicional modeló el paisaje con terrazas y bancales, destacando cultivos como el secano y cereales, base del gofio; el plátano, que conquistó mercados europeos; y la papa, con una diversidad de variedades locales únicas.

Enraizada en el propio nombre del municipio, la Apicultura revela el valor ancestral de la miel, mientras que la Industria del vidrio (s. XVI) dejó huella con piezas de gran dureza exportadas incluso a América.

Los oficios artesanales tienen su lugar con la Cestería, hecha con fibras naturales; la Pesca y comercialización, que marcó la vida en San Marcos; y el oficio de la pez, fundamental en la construcción naval.

Las Eras de trilla recuerdan la vida agrícola comunitaria, mientras que la Sericultura y sus finas sedas reflejan la destreza femenina en los telares. También las Lecheras, recorriendo calles con sus cántaros, y los Curtidores, que dieron nombre a la Tenería, fueron parte esencial del día a día.

El auge de la Viticultura consolidó a Icod de los Vinos como referente vinícola, con lagares aún visibles y el trabajo de los toneleros que daban forma a las barricas.

Otros oficios completan este mosaico: los pinocheros/as, recolectando pinocha para el campo y hoy valorados en la prevención de incendios; los molineros, guardianes del gofio desde 1602; los zapateros, que transformaban el cuero en calzado; y los mineros de galerías, que con esfuerzo y riesgo perforaban la tierra para extraer agua.

Cada oficio es un testimonio vivo de la creatividad y la resiliencia de un pueblo que supo adaptarse y prosperar. Descubrirlos es sumergirse en la esencia cultural de Icod de los Vinos.

Información general venta de entradas

🕘 Horarios (abierto todos los días)

  • Horario de verano (abril a octubre): 09:00 – 20:00
  • Horario de invierno (noviembre a marzo): 09:00 – 18:00

 

🎟️ Entradas

  • Adultos: 5 €
  • Estudiantes y pensionistas: 3 €
  • Niños/as (6 a 11 años): 2,50 €
  • Menores de 6 años: Entrada gratuita

 

🎟️ Entradas residentes canarios

  • Adultos: 2 €
  • Estudiantes y pensionistas: 1 €
  • Niños/as (6 a 11 años): 1 €
  • Menores de 6 años: Entrada gratuita